FALLAS
EN FUENTES DE ALIMENTACION - RESISTENCIA CERO
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En la medida en que
los usuarios adquieren más conocimientos, pierden
ese miedo inicial a tratar determinadas partes del
equipo. Si bien desde estas páginas incentivamos
a cruzar esa barrera, siempre se debe tener en cuenta
que es preciso hacerlo tomando ciertas precauciones
y contando con el conocimiento suficiente para no
correr riesgos innecesarios. |
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El caso que describimos
en esta autopsia puede resultar extraño y
algo ilógico para aquellos lectores que tienen
ciertos conocimientos de electrónica y que
están acostumbrados a analizar su propio
equipo o el de los demás. Existen determinados
conceptos que se tienen asumidos de una forma paradigmática,
y que cuesta modificar cuando la práctica
demuestra lo contrario. Uno de ellos se refiere
a la fuente de alimentación de la PC, que
trataremos en esta ocasión. |
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Desde hace un
tiempo, por cuestiones de espacio, costo y eficiencia,
las viejas fuentes de alimentación basadas
en un transformador dejaron de usarse para dar lugar
a las fuentes conmutadas. Este tipo de dispositivos
utilizan componentes electrónicos para realizar
la reducción y la rectificación de
la tensión entrante de la línea.
Además de reducir el espacio
que ocupaba el viejo transformador de núcleo
de hierro, esto provee una mayor seguridad a los
componentes alimentados.
Las fuentes conmutadas poseen,
por lo general, dos etapas: primaria y secundaria.
En la primaria se trata la corriente entrante: se
reduce su tensión y se la rectifica; mientras
que en la secundaria se estabiliza la tensión
y se la divide en los valores de salida requeridos.
En cada una de las etapas hay filtros y protecciones
destinados a salvaguardar la integridad de los componentes
alimentados.
Esta situación lleva a la
falsa creencia de que, sea cual fuera la falla,
los daños siempre se reducen a la fuente
de alimentación, sin que nunca superen los
límites de la etapa secundaria.
En teoría, esto es así,
a no ser que el circuito no contemple todas las
medidas de seguridad necesarias o que el usuario
cometa un error que deje sin efecto cualquier tipo
de prevención.
Promediando la mañana de
una agitada jornada de trabajo, entró en
el laboratorio un gabinete con su fuente de alimentación
humeando. El fuerte olor que emanaba hacía
suponer la voladura de algún capacitor electrolítico
y, quizás, algo más. Luego de efectuar
algunas pruebas de rigor, pasamos a retirar la tapa
y empezamos la tarea de revisión interna. |
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Antes de nada,
procedimos a retirar el conjunto de la fuente de
alimentación para analizarla en forma individual.
No bien dejamos el interior al
descubierto, pudimos ver una abrumadora cantidad
de componentes dañados: capacitores reventados,
resistencias chamuscadas, pistas de contacto cortadas
y un denso hollín que lo cubría todo
daba un panorama estremecedor a nuestros ojos. Ante
semejante cuadro, no demoramos mucho en concluir
con el reemplazo de la unidad completa. Dados los
costos actuales para este tipo de accesorios, es
casi inútil ponerse a trabajar en la reparación
de una fuente de alimentación que posea más
de la mitad de su circuito estropeado. Además,
siempre es una buena oportunidad para optar por
un modelo de mayor capacidad, y así contemplar
cualquier futura ampliación del equipo. Hasta
aquí, la solución parecía muy
simple: conectar la nueva fuente y dejar todo funcionando
otra vez, aunque todavía flotaba en el aire
la duda sobre la causa de semejante deterioro y
sus consecuencias a futuro.
Una vez instalada la nueva unidad,
unimos las fichas correspondientes y procedimos
a encender el equipo.
Lamentablemente para nosotros y
para el usuario, el problema estaba lejos de resolverse
todavía. Con todo funcionando y debidamente
conectado, el disco rígido no respondía
a ninguna señal de encendido. Su motor de
rotación no presentaba actividad y, como
era de suponer, el BIOS no lo detectaba. Luego de
reemplazar los conectores de alimentación
y datos, el resultado seguía siendo negativo.
Pasamos entonces a trasladar la unidad a otra PC,
que tampoco respondió.
Evidentemente, el problema estaba
ahora extendido más allá de los límites
de la fuente: un componente externo había
sufrido los embates de semejante deterioro, y había
visto comprometidas sus funciones en forma preocupante. |
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EL ANALISIS
DEL DISCO DURO |
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Tomando como
referencia los problemas acontecidos hasta el momento,
todo indicaba que el disco duro había dejado
de funcionar a raíz de ese deterioro de la
fuente de alimentación.
Por lo tanto, era obvio suponer
que el problema principal de la unidad debía
estar en el sector de la entrada de la corriente.
Al analizar los componentes a partir del conector
de alimentación, nos encontramos con fallas
de diversos tipos. Un diodo en cortocircuito, un
transistor regulador abierto y varias resistencias
dañadas indicaban que allí la corriente
había recibido una alteración importante
en su comportamiento.
Lo primordial era ahora salvar
el disco y tratar de conseguir lo más importante:
rescatar los datos de su interior. Por fortuna,
los elementos comprometidos no eran muchos, y los
repuestos que se pudieron conseguir en el mercado
resultaron viables. Una vez verificada cada una
de las partes, procedimos a darle energía
otra vez al disco, y con gran alivio escuchamos
que el tranquilizador sonido de los platos girando
llegaba a nuestros oídos.
El BIOS volvía a reconocer
la unidad y Windows iniciaba normalmente. Como primera
medida de seguridad, procedimos a hacer una imagen
de backup del disco entero en otra unidad, y efectuamos
los análisis de rutina en relación
a la superficie, sector de arranque, sistema de
archivos, etc. |
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Ahora bien, el
punto era hallar la causa de semejante falla, para
evitarla en el futuro. Si bien en esta oportunidad
los daños externos pudieron resolverse, eso
no garantizaba nada la próxima vez que ocurrieran,
de modo que había que contemplar todas las
alternativas posibles. Lo principal era resolver
el misterio de por qué, además de
producirse semejante daño, un evidente golpe
de tensión había superado los límites
de la etapa secundaria, y había llegado,
incluso, a la alimentación del propio disco
duro.
Analizando situaciones similares,
nos encontramos con casos en los que la caída
de un rayo, impactando en forma casi directa sobre
la línea, había sido responsable de
deterioros aún mayores. La potencia de estas
descargas es tan fuerte, que genera arcos eléctricos
capaces de superar cualquier obstáculo, incluso
el de las llaves de corte (por eso, siempre se recomienda
desenchufar el aparato ante amenazas de tormentas).
Esta teoría quedó
rápidamente descartada, dado que el usuario
declaró que, al momento de producirse el
hecho, no había tormenta ni descargas atmosféricas.
También quedó descartada la posibilidad
de una falla en la línea de alimentación,
porque todas las conexiones estaban debidamente
protegidas con disyuntores, descargas a tierra,
y hasta una UPS entre la PC y el conector de la
pared.
Superadas todas las probabilidades
externas, no quedaba otra alternativa: el responsable
de todo esto tenía que estar dentro del mismo
gabinete.
Recordamos otras autopsias en las
que un objeto metálico caído en un
sector comprometido con varias pistas encargadas
del transporte de corriente generaba un cortocircuito
capaz de quemar varios elementos. Esto también
estaba descartado, ya que no encontramos ningún
objeto, y la carcasa de la fuente suele ser protección
más que suficiente contra estos accidentes.
Cuando ya no quedaban casi opciones
viables para resolver el enigma, nos topamos con
un extraño sarro color verde entremezclado
con el hollín de la placa. Ese sarro suele
producirse por efecto de la humedad, y es común
encontrarlo en equipos que fueron expuestos a la
lluvia o líquidos derramados desde vasos
o botellas. Volviendo al usuario, lo consultamos
respecto a sus últimas acciones antes de
que se produjera la anomalía. Fue entonces
cuando nos comentó que lo único que
había hecho fue efectuar una limpieza de
rutina dentro del gabinete, repasando todos los
componentes con un pincel y limpiando las placas
con un conocido limpiador líquido antigrasa.
Como era de suponer, había aplicado ese líquido
especialmente sobre la fuente, que tenía
una gran cantidad de polvillo acumulado. |
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Estamos aquí
ante un caso en el que la audacia del usuario supera
los límites que sus conocimientos pueden
permitir. Como en varias ocasiones había
efectuado una limpieza similar sin problemas, desarmando
y rearmando el gabinete, las medidas de seguridad
fueron disminuyendo en tanto esta actividad se volvió
una rutina.
En un principio, usaba un líquido
especial para limpieza de electrónicos.
Pero como en una ocasión
probó un limpiador común sobre el
teclado, y no tuvo inconvenientes, empezó
a aplicarlo a otros elementos; hasta que le llegó
el turno a la placa de la fuente.
¿Cuál es
la diferencia principal entre un líquido
especial para limpiar componentes electrónicos
y uno que se aplica en la cocina, por ejemplo?
Hay tres factores fundamentales que caracterizan
a los limpiadores específicos para elementos
electrónicos: rápida evaporación,
no atacan a los plásticos y (el más
importante) tienen conductividad cero.
Muchos piensan que el único
factor que se debe tener en cuenta al momento de
limpiar componentes es que el líquido utilizado
no ataque los plásticos, pero ésa
es apenas una de las condiciones. La principal es
que no conduzca la corriente, además de que
se evapore rápidamente. Estas dos condiciones
estaban lejos de ser cumplidas por el líquido
empleado por el usuario en esta autopsia. Cuando
roció la placa de la fuente con el limpiador,
éste dejó una película de humedad
casi imperceptible, pero capaz de conducir corriente
en todas las direcciones.
Eso hizo que todas las patas del
circuito tuvieran conductividad entre sí,
más allá de las pistas de contactos.
El líquido demoró
más tiempo en evaporarse que lo demandado
para armar el equipo y encenderlo. Fue entonces
cuando, al suministrar corriente, ésta se
esparció por toda la placa y provocó
los desperfectos que aquí detallamos. En
estos casos, ninguna protección puede prever
una situación semejante, y los resultados
escapan a cualquier análisis previo. |
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No hace falta
analizar mucho la situación planteada para
sacar conclusiones respecto a las prevenciones que
se deben tomar. Como ya mencionamos, el límite
establecido por las normas de seguridad se suele
estirar en la medida en que la confianza del usuario
gana terreno. Comodidad, reducción de costos
o la simple audacia suelen llevarnos a probar métodos
alternativos no aptos para realizar tareas que demandan
ciertas precauciones.
Entonces, el consejo es simple:
usen siempre los elementos indicados para cada actividad
dentro del gabinete; la pequeña diferencia
monetaria entre adoptar las medidas adecuadas y
las alternativas nunca cubrirá los riesgos
que eso pueda acarrear. |
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ELEMENTOS
DE LIMPIEZA APTOS PARA ELECTRONICA |
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Espuma de limpieza:
se aplica para limpiar superficies exteriores,
como carcasas, tapas, gabinetes, pantallas,
etc. Además de ser efectiva, debe poseer
un poder de biodegradación lo suficientemente
alto como para que, segundos después
de aplicada, no queden rastros ni de humedad
ni de ninguna partícula relacionada.
A su vez, no debe tener propiedades conductivas.
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Grasa lubricante:
mejora las condiciones de rozamiento de las
partes mecánicas. Lo ideal es usar la
grasa blanca, diseñada para mecanismos
electrónicos, dado que es lo suficientemente
liviana como para no entorpecer el funcionamiento
de las piezas.
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Pinceles:
se emplean para eliminar polvillo y otras partículas
no adheridas. Deben tener cerdas suaves y largas,
de manera que no desprendan ningún componente
delicado a su paso.
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Gamuzas o paños:
usados para limpiar superficies en general.
Su tejido debe ser lo suficientemente compacto
como para que no sobresalgan hilos o costuras,
que pueden engancharse en algún elemento
y dañarlo.
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Alcohol isopropílico:
es el único alcohol permitido en la limpieza
de componentes electrónicos. Se lo aplica,
usando un paño, sobre correas, rodillos,
zócalos y demás elementos, con
el fin de quitar partículas muy adheridas.
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Inyectores de aire:
se trata de un simple aerosol que no posee líquido
en su interior, sino sólo una importante
cantidad de gas comprimido que nos permite inyectar
altas dosis de aire a presión sobre distintos
elementos. Para ello cuentan con una manguera
flexible, que nos permite dirigir el flujo hacia
el sector que lo necesite. Suele usarse para
eliminar partículas de aquellos elementos
a los cuales es difícil acceder.
Cualquiera de los elementos aquí
descriptos pueden adquirirse en distribuidoras de
químicos para electrónica. Una de
ellas, con cobertura en toda Latinoamérica,
es Electroquímica Delta, cuyo sitio en Internet
es www.edelta.com.ar. |
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De
la Redacción de USERS de MP Ediciones |
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